30 julio 2007

Costinha, vete a casa

Penoso. Es el único término que describe lo visto en el entrenamiento de ayer. Siete años esperando volver a Europa y el día de celebración, el día de satisfacción por haber cumplido, finalmente, con el objetivo tan largamente perseguido, un energúmeno tiene que montar el numerito. Energúmeno, sí. Lo de Costinha no tiene nombre. Desde que llegó al atlético no ha sabido dar una patada al balón. A los contrarios, unas cuantas, pero para eso hubiésemos recuperado a Pablo Alfaro.

Ayer primero zumba a Jacobo, uno de los chavales del filial que anda como loco de contento al verse entrenando con la primera plantilla. No le debió hacer gracia el cañito que le tiró el canterano un par de jugadas antes y con la excusa de parar un contrataque casi le parte la rodilla. El chaval se revuelve y, ni corto ni perezoso, el portugués le suelta un puñetazo a la mandíbula. Sin palabras. Para terminar el espectáculo, todavía se permitió el lujo de encararse con el público que le afeaba su acción.

No lo está pasando bien Costinha en Madrid. Y no sólo por no jugar. O por hacerlo de pena cuando le dan la oportunidad. Es sabido que en el plano personal no pasa por un buen momento; parece que su mujer ha encontrado divertimento fuera del domicilio conyugal. Vamos, que se la está pegando con otro. Pero eso no es motivo para tomarla con un compañero, máxime con un chaval.

Por cierto, no me gustó la actitud del resto de la plantilla. Si hay que cantarle las cuarenta a un compañero, se hace. Lo de la personalidad no vale sólo al negociar las primas.

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