22 enero 2010

Poco dura la alegría en casa del pobre

El pobre, aunque no lo parezca, es el atleti. Vaya baño nos llevamos ayer. De comienzo a fin. Un breve espejismo tras el gol de Tiago y 90 minutos de baile celtiña. Tienen los vigueses a tres ó cuatro que la tocan de vicio, tipos de esos que se percibe rápido que saben jugar a esto y que ayer se les veía con ganas de mostrar lo que llevan dentro hastiados como deben de estar de la falta de espacios y el exceso de patadas de la segunda división. Qué envidia daba ver cómo la tocaban. Las bicicletas que hacían. Las paredes. Esos regates en los que nuestros defensas quedaban una y otra vez en ridículo.


Si queremos ser positivos, el resultado. El partidazo de De Gea. No hago más que reafirmarme en mi idea de que el fichaje de Asenjo no era necesario. No es que no sea bueno, ni que pueda estar a día de hoy un peldaño por encima del canterano. Pero sabiendo lo que teníamos en casa la inversión en otro guardameta, estando otras posiciones como están, era un error evidente.

No me disgustó Tiago, tiene toque. Pocos pueden decir lo mismo en el equipo. El resto, entre el suspenso y el aprobado ramplón. Entre los primeros incluyo a Quique. Al mover a Jurado a la derecha tras la entrada de Forlán perdimos lo poquito de fútbol que habíamos mostrado. Resultado: posesión absoluta del balón del Celta y Forlán y el Kun sin tocar el esférico en todo el partido.

Lo más preocupante, comprobar cómo nuestro centro del campo se pierde, desaparece, ante la más mínima presión del adversario. No conseguimos dar dos pases seguidos. Pérdidas de balones continuas. Lo dicho, un baño en toda regla. Nos salvamos porque en los últimos diez metros el Celta es un amigo. Con un delantero centro de los de verdad, un killer, ayer nos meten cuatro. O más.

Y sin embargo, aún viendo lo que habíamos visto, todos salimos del campo pensando que en Vigo arrerglaríamos el desaguisado. Qué cosas.

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