17 septiembre 2009

Comienza la contrapropaganda. Por qué silbo a Reyes

Llevo un par de días observando que comienzan a aflorar artículos en la prensa deportiva cuestionando la actitud de la afición estas últimas jornadas. He podido leer que la plantilla está molesta con el trato que recibe desde la grada, que su rendimiento se está viendo afectado por ello, etc, etc.

Honestamente, no puedo dejar de vislumbrar la alargada sombra de la directiva del club manejando los hilos de algunos que se dicen periodistas independientes y que no son sino (siempre lo han sido) meras marionetas a sus órdenes. El negocio es el negocio y a la prensa le interesa estar a bien con el presidente de turno (máxime sabiendo que va a ocupar el cargo muchos años) si quiere vender. Ocurre en todos los ambitos de la actualidad y el deporte en general no es una excepción. De la misma manera que los deportistas españoles condenados por dopaje parecen intocables (recuerdo una entrevista al ciclista Roberto Heras poco después de ser sancionado auténticamente vomitiva; aquello parecía que había sido una conspiración judeo-masónica contra el honor del país), otro tanto ocurre con buena parte de los dueños de los clubs de fútbol. No se explica de otra manera que los actuales propietarios del atleti, con sentencia de por medio que da por probado que se hicieron con el control del club de manera irregular, se hayan mantenido al margen de cualquier tipo de hostigación desde los medios.

Ya denuncié la manipulación en su día, durante la campaña para evitar la marcha de Torres, cuando ciertos medios silenciaron el movimiento que tratábamos de iniciar (aquella entrevista cancelada a última hora en Marca, etc.)

En fin, a lo que vamos. Arranca ahora el movimiento de contrapropaganda. Hay que desviar la atención de los despachos, del palco. Los aficionados somos los malos. El equipo pierde por nuestra culpa. Y ponen como ejemplo a Reyes. Ni más ni menos. Que el aficionado le pita por su pasado madridista. Que vaya injusticia. Que toda la plantilla le apoya. Que lo pasa fatal. Que somos unos desalmados.

Pues no señore. No pito a Reyes por haber pasado por el vecino de enfrente. De hecho, en su día me cansé de aplaudir y vitorear al gran Schuster, que hizo muchísimo más en el Madrid que lo que hizo Reyes. No olvidemos, por favor, que el paso del sevillano por el Bernabéu fue casi tan triste como lo está siendo por el Calderón. A ver si se enteran. Silbo, silbamos, a Reyes por paquete. Por dejao. Por no correr ni para coger el autobús (lógico, con la colección de Ferrraris que gasta el chaval para qué va a usar el transporte público). Porque no le sale ni una. Porque no intenta ya ni una. Porque está lento. Porque no es ni la décima parte de lo que fue en el Sevilla. Porque está cobrando una pasta. Porque no ha hecho el menor esfuerzo por defender la camiseta con dignidad. En definitiva, porque ese tipo no es un profesional.

Y parte de los pitidos a Reyes van también, cómo no, a la dirección técnica. Por dejarse meter el gol, cuando ya se veía tras su paso por el Arsenal y el Madrid, que el chaval no estaba ya para esto del fútbol. Que entre cochazos y fiestas no tiene tiempo ni ganas para esforzarse lo que requiere un profesional de esto. Por creer que se la iban a jugar a los de enfrente. Por ilusos.

Que no señores de Marca. Que no somos malvados. Que los males de este equipo no vienen de la grada. Por mucho que insistan no nos van a convencer.

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